Son muchas las
personas con las que he hablado y me comentan que pese a que sus acciones
llevan unas pérdidas importantes no están descontentos, ya que gracias a los
dividendos están un obteniendo una rentabilidad regular. En cuanto oigo esto mi
mente chirría: “otro más con lo mismo” pienso y, acto seguido paso a explicarle
mi opinión. Como la palabra oral no es mi fuerte, he decidido escribir sobre el
tema para intentar dar mi punto de vista sobre el tema.
Antes de nada conocer
sobre lo que estamos hablando. Muchos de vosotros podréis saltaros éste
párrafo, pero como intento llegar a gente de todos los niveles vamos a explicar
qué es un dividendo. Cuando las compañías presentan sus resultados y pagan los
impuestos pertinentes, el sobrante son los beneficios realizados en ese año.
¿Qué hacer con esos beneficios?, hay dos posibilidades: que los beneficios no
salgan de la sociedad y pasen a las “reservas” o, que se decidan repartir los
beneficios entre todos los accionistas, asignando una cantidad a entregar a
cada acción. Esa cantidad a entregar es la que se llama dividendo.
La decisión sobre qué
hacer con los beneficios (asignarlos a reservas o repartirlos como dividendos)
es una decisión empresarial en la que influyen múltiples factores que desconozco.
De este modo no existe una opción mejor que la otra, hay compañías que
prefieren reinvertir sus beneficios en el propio negocio para así poder crecer
más rápido. Y otras, en cambio, optan por una política de retribución al
accionista bastante generosa. Entre estas dos posiciones extremas, podemos
encontrar todo un abanico de posibilidades: 50% de reservas y 50% dividendos,
60/40, 40/60 etc.
Pero, ¿son los
dividendos tan buenos cómo nos los pintan? Yo pienso que no, ya que cuando
llega el ansiado día del reparto de dividendos, esa compañía empieza a cotizar
con el dividendo descontado (ex-dividendo), de esta forma, lo que nos dan por
un lado nos lo quitan por otro. Pondré un ejemplo para que se entienda mejor;
supongamos que Santander reparte 0.1 € de dividendos el 13 de Julio, y yo el 12
de Julio tengo 1000 acciones de Santander que están cotizando a 5 €, por lo que
la cantidad global que tengo es 5000€ (5*1000). El 13 de Julio a las 9 yo ya
tendré en mi cuenta los dividendos abonados: 100€ (0.1€ por acción multiplicado
por las 1000 acciones que tengo), pero el precio a que empezarán a cotizar será
de 4.9 (5-0.1), por lo que en el cómputo global seguiré teniendo 5000 € (100 en
efectivo en mi cuenta y 4900 del valor de las acciones), por lo que en el fondo
ni gano ni pierdo nada.
El porqué de realizar
esta operación de descuento del dividendo es muy sencillo: EL reparto del
dividendo supone una salida de flujo de cajas de la sociedad, exactamente igual
a la cantidad que se reparte por cada acción multiplicada por el número de
acciones totales en que está dividida la compañía. Si ayer valía 5 y se han
repartido 0.1€ lo raro sería que hoy siguiese valiendo 5.
Si bien es cierto lo
dicho anteriormente, este descuento pasa desapercibido muchas veces ya que a lo
largo del día la cotización varía constantemente, y puede que al cierre se
hayan recuperado esos 10 céntimos. Pero igual que puede haberse recuperado, el
precio puede caer por debajo de 4.9, o incluso cerrar en 4.9; pero estos
vaivenes son los ordinarios de los mercados y tienen una relación con el dividendo
tan grande como la que existe entre Cristiano Ronaldo y la humildad.
Pero no todo ha de ser
pegas a los dividendos, el recibir dividendos tiene una gran ventaja fiscal en
comparación con ganar comprando y vendiendo las acciones. Aunque,
desgraciadamente, estas ventajas se están reduciendo a pasos agigantados, ya
que dicen que los rendimientos del capital es algo propio de los ricos y por lo
tanto deben tributar a tipos mayores, mejor no opino. Mientras que las
ganancias que obtengamos en la compra-venta de valores van a tributar al tipo
fijo del 21,25 ó 27% (en función de la cantidad ganada); las cantidades
percibidas como dividendos tienen una exención fiscal en los primeros 1500€
recibidos. El motivo de esta exención es evitar una doble imposición, debido a
que esos dividendos ya han tributado en el impuesto de sociedades como
beneficios, y sería completamente injusto que tributasen otra segunda vez en el
IRPF.
No obstante, la
reforma para el IRPF del 2010 ha limitado estas exenciones a los casos en los
que se mantenga las acciones dos meses antes o después del reparto del
dividendo, intento desincentivar que únicamente se compre para obtener el
dividendo. Por lo que si compramos y vendemos antes del transcurso de esos dos
meses o, en todo lo que percibamos como dividendos que exceda de 1500€ (con independencia de los
dos meses), estamos pagando al Estado un 30% de impuesto de sociedades (tipo
general) y de lo que nos quede un 21-27% de IRPF; suponiendo que luego queremos
comprarnos algo con lo obtenido, volveríamos a pagar un 21% de IVA con la nueva
reforma. Y luego son los ingleses quienes tienen fama de piratas.
Espero que leer esto
te haya servido para ver los dividendos de otra forma, obviamente, esta es mi
opinión, y me gustaría que compartieras la tuya conmigo; ya que en las “ciencias”
sociales no hay una teoría correcta y otras falsas, todas son igualmente
válidas si se argumentan correctamente.